l yoga es una disciplina que combina movimiento, respiración y atención plena.
Durante años se ha visto principalmente como una práctica de relajación, pero lo cierto es que puede convertirse en un potente ejercicio físico, capaz de quemar calorías, tonificar los músculos y mejorar el metabolismo de forma natural y equilibrada.
Más allá de su componente espiritual, el yoga moderno ofrece una gran variedad de estilos, algunos más pausados y meditativos, otros más dinámicos y desafiantes.
Lo interesante es que cada tipo de yoga trabaja el cuerpo de una manera diferente, y elegir el adecuado puede ayudarte a alcanzar tus objetivos de bienestar sin caer en la rigidez o el estrés de otros entrenamientos más exigentes.
En este artículo te contamos cuáles son los mejores estilos de yoga para quemar calorías, qué beneficios tiene cada uno y cómo puedes integrarlos en tu rutina diaria con la ayuda de Buddyfit, la app que te permite practicar en casa con clases guiadas por profesionales.

Yoga y metabolismo: un entrenamiento desde el equilibrio
Cuando pensamos en quemar calorías, solemos imaginar ejercicios intensos como correr o hacer HIIT.
Sin embargo, el yoga también puede activar el metabolismo y generar un consumo energético significativo, especialmente si se practica de forma continua y con la técnica adecuada.
La clave está en la combinación de movimiento constante, control de la respiración (pranayama) y conexión cuerpo-mente.
Esta sinergia mantiene una frecuencia cardíaca moderada pero estable, lo que permite movilizar las reservas de energía sin someter al cuerpo a un estrés excesivo.
Estudios realizados por la Universidad de Colorado han mostrado que una clase de yoga dinámico, como Vinyasa o Ashtanga, puede generar un gasto calórico similar al de caminar a ritmo rápido o practicar ciclismo suave, además de mejorar la fuerza muscular, la resistencia y la postura.
Otro aspecto importante es la reducción del estrés.
Al practicar yoga, el cuerpo produce menos cortisol, la hormona del estrés, responsable de acumular grasa abdominal y alterar el equilibrio hormonal.
Al mantenerla bajo control, se favorece la quema natural de energía y el equilibrio emocional.

Ashtanga yoga: constancia, energía y fuerza interior
El Ashtanga yoga es uno de los estilos más antiguos y estructurados, ideal para quienes disfrutan de la disciplina y la repetición.
Cada sesión sigue una serie fija de posturas (asanas) que se encadenan mediante vinyasas —movimientos fluidos sincronizados con la respiración—.
Esta práctica no deja espacio para pausas largas: la actividad es continua y el esfuerzo físico, considerable.
Durante una clase de Ashtanga, se activan los principales grupos musculares del cuerpo: piernas, abdomen, espalda, brazos y hombros.
El resultado es un entrenamiento completo que aumenta la resistencia, fortalece los músculos y eleva el ritmo cardíaco.
De hecho, se estima que una sesión de 90 minutos puede suponer un gasto energético de entre 500 y 650 calorías.
Más allá del aspecto físico, el Ashtanga también refuerza la concentración mental.
La repetición de secuencias ayuda a enfocar la atención, a mejorar la memoria corporal y a mantener una respiración constante y consciente, lo que potencia los beneficios del ejercicio.
Si te gustan los retos, este estilo es para ti: intenso, estructurado y profundamente transformador.
Vinyasa yoga: fluidez y movimiento constante
El Vinyasa yoga se caracteriza por su dinamismo y creatividad.
A diferencia del Ashtanga, no sigue una secuencia fija, lo que permite al profesor variar el ritmo, la intensidad y las combinaciones de posturas en cada clase.
La palabra Vinyasa significa “colocar de manera especial”, y resume perfectamente la filosofía de este estilo: cada movimiento tiene un propósito y se conecta con la respiración.
Durante una clase de Vinyasa se pasa de una asana a otra sin interrupciones, manteniendo el cuerpo activo y la mente centrada.
Las transiciones entre posturas (como los saludos al sol o sun salutations) son clave para elevar la frecuencia cardíaca y favorecer la quema de calorías.

Una práctica regular de 60 minutos puede ayudar a quemar entre 400 y 600 calorías, además de mejorar notablemente la flexibilidad, la fuerza y la coordinación.
Lo mejor de este estilo es su capacidad para adaptarse a todos los niveles.
Puedes practicar una versión suave si estás comenzando o aumentar la intensidad incorporando posturas más avanzadas.
Además, el Vinyasa yoga tiene un efecto terapéutico: ayuda a liberar tensiones, mejorar la circulación y equilibrar el sistema nervioso.
Perfecto si buscas una práctica dinámica, estimulante y a la vez meditativa.

Power yoga: el lado más fitness del yoga
El Power Yoga nació en Estados Unidos como una evolución moderna del Ashtanga.
Su objetivo era ofrecer una práctica más accesible y orientada a la fuerza y la tonificación muscular.
Aunque conserva la base del yoga tradicional, introduce movimientos más rápidos y ejercicios que desafían la resistencia física, como planchas prolongadas o posturas de equilibrio que exigen estabilidad del core.
Durante una sesión de Power Yoga se trabaja todo el cuerpo: piernas, glúteos, abdomen, espalda y brazos, generando una sensación de energía total.
La intensidad del flujo de posturas mantiene la frecuencia cardíaca en niveles óptimos para la quema de calorías.
Este estilo se ha popularizado entre quienes buscan un entrenamiento funcional con beneficios mentales, ya que combina el esfuerzo físico con la atención plena y la respiración consciente.
Además, mejora la postura, la resistencia y la flexibilidad, tres pilares fundamentales para prevenir lesiones y mantener un cuerpo fuerte.
Si disfrutas de entrenamientos dinámicos y te gusta sudar, el Power Yoga puede convertirse en tu mejor aliado.

Bikram o hot yoga: calor y purificación
El Bikram yoga, conocido también como hot yoga, es uno de los estilos más intensos y característicos.
Se practica en una sala a unos 40 °C de temperatura y con un 40 % de humedad, lo que simula el clima de la India, lugar de origen del yoga tradicional.
Durante 90 minutos se realizan 26 posturas y 2 ejercicios de respiración en un orden concreto.
El calor no solo favorece la flexibilidad y la eliminación de toxinas, sino que también aumenta la quema calórica.
Una clase de Bikram puede suponer un gasto de 450 a 600 calorías, además de una sensación de limpieza física y mental profunda.
Sin embargo, este tipo de práctica exige precaución: la alta temperatura puede no ser apta para todas las personas.
Es importante hidratarse correctamente antes, durante y después de la clase, y escuchar siempre las señales del cuerpo.
El beneficio más destacado del hot yoga es la capacidad de resistencia que se desarrolla con el tiempo, tanto a nivel físico como mental.
Es un verdadero entrenamiento para la fuerza de voluntad y el autocontrol.

Hatha yoga: equilibrio, respiración y conciencia corporal
El Hatha yoga es la base sobre la que se han construido muchos otros estilos.
Es ideal para principiantes y para quienes desean centrarse en la alineación, la respiración y la consciencia del movimiento.
Sus secuencias son más lentas y pausadas, lo que permite profundizar en cada postura, mejorar la técnica y conectar con la mente a través de la respiración.
Aunque su gasto calórico es menor (unas 150 a 250 calorías por sesión), su valor reside en el fortalecimiento progresivo del cuerpo y la reducción del estrés.
Practicar Hatha yoga con regularidad ayuda a regular el sistema nervioso, mejorar la calidad del sueño y mantener el equilibrio hormonal, factores que también influyen en el peso corporal y el bienestar general.
Además, al ser una práctica más suave, el Hatha puede combinarse fácilmente con estilos más dinámicos como Vinyasa o Power Yoga, creando una rutina completa que alterna fuerza, flexibilidad y recuperación.

Cuántas calorías se queman con el yoga
El número exacto varía según el tipo de yoga, la intensidad, la duración de la clase y la condición física de cada persona.
Pero para orientarte, estos son los valores aproximados por una hora de práctica:
- Hatha yoga: 150–250 calorías;
- Vinyasa yoga: 400–600 calorías;
- Ashtanga yoga: 500–650 calorías;
- Power yoga: 500–700 calorías;
- Bikram yoga: 450–600 calorías;
Aunque el yoga no es un deporte puramente aeróbico, su práctica regular moldea el cuerpo desde dentro hacia fuera, mejorando la fuerza, la postura y la eficiencia del metabolismo.
Además, entrena la mente, enseñando a escuchar el cuerpo y a moverse desde la conciencia.
El yoga no busca la perfección de las posturas, sino la armonía entre cuerpo y mente.
La verdadera “quema” es la de tensiones, pensamientos repetitivos y estrés acumulado.

Beneficios adicionales de los estilos dinámicos de yoga
Practicar yoga con regularidad no solo ayuda a quemar calorías, sino que aporta beneficios globales para la salud física y mental:
- Fortalece los músculos profundos, mejorando la postura y reduciendo dolores de espalda;
- Aumenta la flexibilidad y la amplitud de movimiento articular;
- Mejora la circulación y la oxigenación del cuerpo;
- Regula la respiración, enseñando a controlar el ritmo del corazón y a calmar la mente;
- Reduce el estrés y mejora la concentración, la productividad y el estado de ánimo;
- Favorece la digestión y el descanso, ayudando a mantener el equilibrio energético.
Por eso el yoga se considera una práctica completa: trabaja el cuerpo, la mente y la respiración como un sistema único.
Cómo empezar y mantener la constancia
Iniciar tu práctica de yoga no requiere experiencia previa ni equipamiento complejo.
Basta con una esterilla, ropa cómoda y unos minutos de tiempo.
Si eres principiante, lo más recomendable es empezar con clases guiadas, donde un profesional te enseñe la alineación correcta y las bases de la respiración.
En Buddyfit, puedes encontrar más de 1.000 clases de yoga, pilates y entrenamientos de fuerza, con programas adaptados a cada nivel.
Puedes elegir entre sesiones cortas de 15 minutos o rutinas completas de 45 minutos, dependiendo de tu disponibilidad y tu objetivo.
Practicar desde casa con la guía de un entrenador te permitirá avanzar a tu ritmo, evitar lesiones y mantener la motivación a largo plazo.
Recuerda: el secreto no está en cuánto tiempo practiques, sino en la regularidad.
Tres sesiones a la semana pueden transformar tu energía, tu cuerpo y tu manera de vivir el día a día.

Conclusión: el yoga como camino hacia un bienestar completo
El yoga no se trata solo de flexibilidad o de posturas perfectas.
Es una herramienta poderosa para reconectar con el cuerpo, mejorar el metabolismo y liberar la mente.
Al elegir el estilo adecuado —ya sea Vinyasa, Ashtanga, Power, Bikram o Hatha— puedes adaptar tu práctica a tus necesidades: desde aumentar el gasto calórico hasta encontrar equilibrio interior.
Más allá de las calorías, lo que realmente importa es cómo te hace sentir.
Practicar yoga te enseña a moverte con intención, respirar con conciencia y vivir con más calma.
Y lo mejor de todo: puedes hacerlo desde casa, a tu ritmo, con la orientación y motivación que ofrece Buddyfit.






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